Este viaje decidí hacerlo solo, para dedicar el máximo de tiempo a buscar momentos especiales. La soledad permite perderte por cualquier rincón de la ciudad, sin tener que estar pendiente de esperar a alguien o de que te esperen. La libertad es perfecta para estos casos, es una filosofía, una forma muy diferente de viajar de la que no estamos acostumbrados.
Diario
Primer día:
En la cola del check in del aeropuerto de El Prat conocí a Daniel Ortega Ferri, couch de profesión. Aunque es francés, reside en Barcelona desde hace varios años, por lo que, quedamos que al volver de los respectivos viajes, nos veríamos en Barcelona para hacer un café y comentar lo que habíamos hablado (organizar las escapadas fotográficas).
Está entre los numero 24 y 26 de
la calle tocando al río y muy cerca del museo de Frank Kafka. Allí conocí a una pareja de
Murcia, él estaba estudiando de Erasmus y ella estaba unos días visitándolo. Al
finalizar del día y antes de regresar al Hotel, cené una salchicha típica y una
cerveza en un puesto de la calle.
Segundo día:
Sobre las nueve de la
mañana, después del desayuno continental del hotel, por cierto bastante
mediocre, aunque no malo ni mucho menos, pero si aburridísimo, me dirigí a la
calle Husova donde se encuentra la
estatua del conocido colgado de Praga.
Posteriormente, continué por dicha calle hasta el reloj astronómico y
alrededores, iglesia de Tyn, casa de la campana, etc.
Aunque la luz no era
demasiado buena para hacer fotos, saqué alguna. Se acercaba la hora de comer y me dirigi al barrio judío, allí comí, en el restaurante Kolkovna, famoso por su codillo. Está situado frente a la Sinagoga Española, para muchos la más
bonita de Praga.
Después
de visitarla, fui al cementerio judío ya que es condición obligatoria
para poder entrar. Hay varios tipos de entrada, la que compré yo
valía 14 euros, más uno o dos adicionales para poder tomar fotos. Con
esta
entrada, tenía derecho a visitar todas las sinagogas y el cementerio (
hay una sinagoga
que no puedes visitar, pero no recuerdo cual). Antes de entrar en el
cementerio, tienes que atravesar la Sinagoga Pinkas. En las paredes están
escritos todos los nombres de las victimas checoeslovacas del Holocausto.
Fueron 77.297 personas asesinadas por el ejercito de
Hitler, casi todas en el campo de concentración de Terezín.
Después salí al
exterior, que es dónde esta el cementerio. Lo cierto es que esperaba más, tal
vez por las expectativas que llevaba o porque la luz no estaba acertada. Hubiese
sido mejor realizar la visita por la mañana, a primera hora, la luz era mejor.
Al salir fui a
visitar el parque Kralovska, es un
parque impresionante, tipo inglés.Pero, no era mi día, el lago estaba en obras
y vacio de agua, por lo que me quede sin fotografiar mis tan ansiados reflejos
en el agua del lago.
Fue un día raro, todas la fotos que quería hacer en los lugares planeados no valieron demasiado la pena, ya por la luz o por las obras, en cambio las que hice en interiores y donde precisamente no tenia previsto visitar fueron fantásticas, por lo que no puedo decir que fuese un día frustrante, fotográficamente hablando.
Al salir del parque regresé al hotel, cené en un chino cercano muy barato y que servia cantidades más que generosas de comida.
Fue un día raro, todas la fotos que quería hacer en los lugares planeados no valieron demasiado la pena, ya por la luz o por las obras, en cambio las que hice en interiores y donde precisamente no tenia previsto visitar fueron fantásticas, por lo que no puedo decir que fuese un día frustrante, fotográficamente hablando.
Al salir del parque regresé al hotel, cené en un chino cercano muy barato y que servia cantidades más que generosas de comida.
Tercer día:
Salí alrededor de las ocho
de la mañana después de desayunar y me dirigí al puente de Karlova, pero a medio camino cambie de pensar porque estaba
lloviendo.
Decidí pasar otra vez por el reloj astronómico, porque la luz que había era más
adecuada que la del otro día.
Desde allí, puse rumbo al puente de Karlova y subi hasta el Hradčany (el mayor castillo del mundo), donde coincidí con el cambio de guardia. Había mucha gente, ya que era el día en que se conmemoraba la Revolución del Terciopelo.
Despúes de comer habia dejado de llover y me acerque a la Namesty
Republiky (Plaza de la República), donde se encuentra el Teatro Hybernia, muy
cerca de la Torre de la Pólvora. Fotográficamente dio bastante de si, los raíles
del tranvía, los adoquines, el teatro, incluso las escaleras del metro pasaron
por el objetivo de mi cámara.
Más
tarde, decidí parar de hacer fotos y entré en los almacenes Kotva para
comprar souvenirs, pero lo que vi, lo podía encontrar también en
Barcelona y a precio similar. Llegaba la hora de cenar, cogi el
tranvia, baje en la plaza Bratrí Synkù y entre a cenar en una pequeña
pizzeria. Despues regresé al hotel, subí a la habitación, tome una
refrescante ducha, vi la
televisión checa un rato y me acosté.
Cuarto día:
Como venía siendo
habitual, desayune en el hotel y salí alrededor de las ocho de la mañana. Tenía
la intención de andar un poco menos, pero no fue posible.Tomé el tranvía numero
24 hacia el barrio de Josejov (barrio judío) y caminé hacia el rio, esta vez lo
crucé por el puente de Mánesùv.
Desde allí, la vista del Karlovo Most era espectacular, habían nubes entre las cuales se pasaban los rayos de sol y formaban junto al puente una bella imágen, el contraluz era precioso. Continué en dirección al castillo, hasta la plaza Malostranské y desde alli me dirigí al Karlùv Most, aunque antes, me pasé por la calle estrecha de nuevo y bajé hasta la terraza del bar que da al río, para hacer alguna foto del puente desde esa perspectiva y más tarde, regrese al hotel. Comí en el kebab que había cerca del hotel al cual solía ir y subí a la habitación a descansar hasta que empezase a atardecer.
Alrededor de las 4 de la
tarde, me acerqué al Karlùv Most de
nuevo,
ya que quería tomar la panorámica del castillo y del puente desde la
Avenida Smetanovo en la hora azul. Después me
acerque al Karlùv Most para comprar algún
souvenir a los artesanos que tienen las paraditas en el puente.
Pasé a Malá
Strana donde un chico hacia burbujas de jabón gigantes, le di unas coronas
y le pedi si podia hacer una pompas para poder fotografiar la iglesia del
Kostel Mikuláse a traves de ellas.Aceptó encantado.
Se estaba haciendo tarde y
decidí que ya era hora de regresar al hotel. De camino, en el puente, me fijé en
que las gaviotas que estaban volando pegadas al muro se iluminaban
con los focos, con una luz nadir y resultaban unas fotos muy curiosas.
Allí conocí
a una pareja de argentinos que era el primer día que estaban en Praga, me preguntaron
si conocía algún restaurante para ir a cenar, y aunque estaba un poco alejado de
donde nos encontrabamos, les recomendé el U Fleku que ya conocia de mi anterior viaje a Praga y me habia encantado. Es uno de los
lugares de “obligada “visita si vas a Praga, se lo recomiendo a todo el mundo.
Cené de camino al hotel y di por finalizada mi jornada fotográfica.
Quinto día:
Día
19, debia estar en el aeropuerto a las 2 de la tarde para regresar a
Barcelona, como no tenia que madrugar decidí salir sobre las 10 de la
mañana. Tomé el tranvía hasta el centro, donde
estuve haciendo unas fotos por la plaza de Wenceslao; nunca entenderé
porque le
llaman plaza si se parece más a una avenida.
Junto a la
salida del Museo nacional se encuentra el monumento a Jan Palach, un estudiante
checo que se quemó a lo bonzo el 19 de enero de 1969 como protesta a la
invasión soviética de Checoslovaquia de agosto de 1968. Bajé por la plaza,
aunque era temprano aproveché para comer algo y así no hacerlo en el
aeropuerto. Más tarde cogí el metro, después el autobús para poder ir al
aeropuerto.
Llegue
pronto, aún
no habían abierto el check in y aproveché para tomar algunas fotos,
especialmente unas de los bancos (de sentarse) y cuando se hizo la
hora, embarque de regreso a casa.
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